ENTRE TABATINGA Y ARICA
En el amazonas un taxi puede llevarlo de Colombia a Brasil en unos minutos. Estando en Leticia basta sólo con cruzar una calle para llegar a Tabatinga. Esta ciudad brasilera está situada en medio de la selva amazónica y es un puerto fluvial que comparte frontera con Perú y Colombia. La ciudad no es muy grande, en Tupi guaraní su nombre significa casa pequeña. Una calle amplia con árboles frondosos, la avenida da amizade, la comunica con Colombia. Hace unos meses para llegar a su casa en Arica, Saúl Márquez tenía que pasar primero por Brasil y luego por Perú, tres países en un mismo día. Según denunció el mismo Márquez ante autoridades colombianas y brasileras en octubre de 2002, probablemente por esa avenida de la amistad, el taxi en que viajaba fue interceptado por tres policías brasileros que lo llevaron a un lugar apartado y le robaron 36,5 millones de los 43 que llevaba, devolviendo 6 millones que según ellos era lo que tenía al ser detenido. Después de este incidente Márquez decidió evitar el paso por Tabatinga. Siendo frontera, este es un lugar de comercio, turismo, por el que pasa gran cantidad de gente y por donde llevar gran cantidad de dinero en efectivo puede ser peligroso. Así lo entendió Márquez. Desde muy joven se distinguió por su serenidad y porque siempre buscaba soluciones a los problemas. El problema ahora era que por Tabatinga, aunque más corto, el camino ya no era seguro y el dinero aun tenía que ser entregado, así que buscó una ruta alternativa que garantizara que los aportes llegaran sin problemas a su comunidad.
Entre 1982 y 1990, el gobierno reconoció cerca de 20 millones de hectáreas de tierras indígenas en el Amazonas colombiano, garantizando a estos pueblos la propiedad colectiva de esos territorios. La constitución de 1991 abrió nuevos espacios relacionados con la gestión de los pueblos indígenas dentro de la legislación nacional como es el caso de del decreto No. 1088 de 1993 que regula la creación de las Asociaciones de Autoridades Indígenas. La creación de esa figura jurídica permitió que las autoridades indígenas del amazonas trabajasen en la consolidación de la administración autónoma de sus territorios. Parte de esta autonomía tiene que ver con el manejo de los aportes que hace el gobierno a las comunidades y con la forma como estos llegan a su destino. Sin embargo, los aportes que el gobierno colombiano hace a las comunidades indígenas se les entregan directamente a los nativos y son éstos los encargados de llevarlos hasta sus comunidades. A pesar de que se sabe que entre 2001 y 2004 se registraron 10 casos en el Amazonas de perdida de la plata correspondiente a esta región, hasta comienzos de este año Saúl Márquez continuaba llevando hasta Arica dichos aportes él solo. Márquez llegó a ser el vocero de 10 Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas del Amazonas. Su trayectoria comenzó en 1994 cuando se vinculó al Consejo Indígena del Alto Amazonas (Coidam), del resguardo Predio Putumayo, el más grande de Colombia y un año después a sus 22 años fue presidente de la misma y formó parte del Consejo de Planeación. Con el robo, los 927 indígenas que habían depositado su confianza en él, empezaran a desconfiar, pero al final su condición de líder hizo que la gente lo respaldara.
A finales de noviembre Saúl Márquez llegó a Leticia- a sólo un paso de Tabatinga- para participar en la mesa de trabajo que periódicamente realiza la Gobernación con los indígenas. Pasó por la oficina de la cónsul de Colombia en Tabatinga, Amparo Tamayo y le preguntó qué había pasado con la denuncia del robo. Le conté que las autoridades de Brasil nos notificaron que los policías fueron exonerados de cualquier responsabilidad. Terminadas las reuniones que lo habían llevado hasta allí, empezó a gestionar el cobro de los 68 millones que cobró a comienzos del 2005 y atendiendo las precauciones, giró la mayor parte del dinero a Puerto Asís, guardó 3 millones para gastos y se dispuso a seguir la estrategia que desde el robo había implementado para no pasar por Tabatinga: tomaría un vuelo hasta Bogotá, de allí otro a Puerto Asís y llegaría en bote hasta su casa en Arica donde estaban su esposa, María Eugenia y sus dos hijos uno de 3 y otro de 5 años. El 6 de enero de 2005 Saúl Márquez salió de residencias Divino Niño, donde se hospedaba. Márquez procuró no volver a Tabatinga, sin embargo, fue alli donde se encontraron sus restos. No estaba dentro de lo planeado. Ese lugar estaba vetado en el itinerario desde el 2002. Sin embargo, el 7 de enero de 2005, en un camino de tierra a 2 kilómetros del centro de Tabatinga, en el barrio de Santa Rosa, un niño de 10 años, que pescaba cerca de un matorral, encontró el cuerpo de un hombre, que según la policía estaba amarrado de pies y manos, tenía contusiones en rostro, tórax y brazos, señales de asfixia, carecía de uñas y piezas dentales y en la cabeza tenía alojados cinco proyectiles de arma de fuego. Saúl Márquez no llegó a Arica con el dinero de su comunidad. Según una de las hipótesis de la policía los ladrones al no encontrar el dinero de las transferencias, lo torturaron y asesinaron. Sin embargo el caso no se ha cerrado.
Este crimen aumentó la cifra de indígenas asesinados en Colombia que para comienzos de febrero de 2005 llegaba a 13 y 235 durante el actual gobierno. La seguridad democrática que protege carreteras con mucho acierto, no puede hacer lo propio por quienes habitamos los ríos, selvas y llanos de Colombia cuestiona el comité ejecutivo de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) , que asegura además, que la responsabilidad por estos asesinatos recae en un 40% al Estado y Paramilitares, el 28% a los insurgentes y un 32% a desconocidos. Sumado al riesgo probado que el conflicto interno supone, los líderes indígenas han tenido que desplazarse hasta sus resguardos, que generalmente están a varios días en lancha, llevando consigo grandes sumas de dinero. Algunos se han gastado la plata, también muchas veces sus lanchas se han volteado o los han atracado por el camino. La muerte de Saúl Márquez llamó la atención acerca de si es esta la mejor manera para hacer llegar los recursos a las comunidades y también si esta autonomía en los territorios indígenas se está convirtiendo en desamparo. Cuando el asunto de la pérdida de los dineros pasó de lanchitas naufragadas y robo, a tortura y asesinato y la viuda directamente expuso lo sucedido, el presidente Álvaro Uribe le dijo al ejército que a partir de ahora serán ellos quienes tendrán que llevarles la plata a las comunidades indígenas. Mientras eso pasa, María Eugenia Buinaje Kudiramena está pendiente de viajar a Puerto Asís para reclamar el dinero que su esposo consignó. Tabatinga es el camino más corto hacia Arica, pero María Eugenia prefiere no pasar por ahí nunca más.
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